jueves, 22 de abril de 2010

Promesa de amor

Llamó dudosa pero ilusionada a la puerta, se había puesto su mejor vestido, y su rostro resplandecía. Llevaba el pelo suelto, peinado en salvajes ondas que le daban un aspecto dulce pero elegante. Se apartó el pelo de la cara de forma nerviosa varias veces mientras esperaba que abrieran la puerta. Llevaba la mejor de sus sonrisas, y la mejor de las intenciones. Giró la cabeza varias veces mientras se preguntaba si era o no una buena idea aquella visita. Finalmente, Elric abrió la puerta, desganado. despeinado y con expresión de pocos amigos:
-¿Qué haces aqui? -preguntó sorprendido.
-Vine a hacerte una visita, me han dicho que necesitas cariño -bromeó Aya temblorosa, y entrando en la casa casi por encima de Elric, quien suspiró con fuerza y cerró la puerta una vez que Aya había entrado.
La chica dejó su bolso sobre una de las sillas, se quitó la chaqueta y se acercó al ventanal del sombrío salón, subio las persianas, dejando que los rayos de sol inhundaran la habitación, en silencio, mientras Elric simplemente la miraba. Y después, se sentó esperando algunas palabras de Elric:
-Pareces cansado, ¿duermes bien? -preguntó con total inocencia.
-Aya, ¿Que haces aquí? -preguntó algo confundido y a la vez asqueado por la compasividad de la chica
-Te lo he dicho, estoy solo para hacerte compañía. Necesitas a alguien...
-No necesito a nadie...-la interrumpió, diciendo la mayor de las mentiras.
-Empieza a temblarme el cuerpo -interrumpió esta vez ella.- Cuando me permito pensarte, empieza a temblarme todo el cuerpo -bajó la mirada algo avergonzada.- No voy a dejar que te hundas Elric, no voy a dejarte. Tu madre y tu hermano murió, y es horrible, lo sé. Sé que duele, puedes llorar si quieres, puedes caerte, pero no voy a dejarte en el suelo.
Elric no dijo nada, porque no tenía nada que decir. Sin saber por qué, la imagen de su familia pasó por su mente, tal vez fue pura inercia, simplemente porque creía que era en quien debía pensar. Nunca se había atrevido a sentir, simplemente porque había cosas que no era para él...:
-Estoy bien Aya -fue lo único que se le ocurrió.
Aya recogió toda la insensatez, y todo el valor que corría por sus venas y se acercó a Elric. Era seguramente la mayor locura que jamás se atrevería a hacer, si lo hubiera pensado aunque solo fuera un poco, se habría muerto de miedo. Pero lo hizo, porque a veces las personas hacemos cosas increíbles. Se acercó a Elric, puso sus manos en las mejillas del castaño, y lo besó. No ocurrió nada del otro mundo, no explotó nada, y la tierra no tembló, no se esucharon rechinar las armas de los Dioses, y el mundo no se detuvo en aquel instante... No, nadie más que ellos sabrían de aquel beso, y solo por eso fue especial.
El castaño ojiverde se dejo guiar por sus labios, tan suaves y dulces como la miel, sujeto su cintura y la impulso hacia arriba mientras la rodeaba con sus brazos.
-Tenias razon – la susurro en el oido – tenia miedo, mucho miedo, odio la soledad, la odio, tal y como odio mi orgullo – absorvio el aroma de su pelo – no me dejes porfavor
-Nunca te abandonare – sus lagrimas cristalinas recorrian su hermoso rostro – te lo prometo.
Elric le seco con sus dedos las lagrimas que brotaban por sus cristalinos ojos, luego se las beso probando ese sabor salado que hizo que Aya dejara de llorar y sonriera
-Siempre estaremos juntos – La abrazo y se besaron de nuevo, pero esta vez con mas desesperacion, llegando a un improvisado baile dentro de sus bocas, cuyo unicos invitados eran sus lenguas que danzaban con armonia, mientras sus brazos recorrian cada centimetro de su cuerpo.
Ya estaba echo, con ese gesto habian jurado su amor, que seguramente seria el final de la tristeza y la soledad para Elric y su angel de luz Aya.

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